sábado, 8 de noviembre de 2008

28.- Vietnam, con tifón de despedida.

Que Vietnam nos iba a dejar locos y que iba a superar las altas expectativas que teníamos puestas en él era una cosa fácil de suponer, pues en este país se iban a dar una serie de circunstancias idóneas para ello. Primero hemos estado casi dos meses transitándolo y hay una regla que se suele cumplir, cuanto mas tiempo estas en un país, mas te gusta, es directamente proporcional, y en este caso se ha cumplido. Luego hemos viajado en moto, en nuestra querida Minsk. Para mi no hay mejor manera de viajar que en moto (y a Ana, aunque vaya de chunga, yo se que también le apasiona), una moto siempre sabe llevarte a los mejores rincones. Y por último, hemos compartido vacaciones con Chema, Pi, Ivan y Marta, un equipo perfecto en el que nunca faltan unas buenas risas, con ellos llevo viajando mucho tiempo y la guerra que aún nos queda por dar (un berciano, un gallego y un sanabrés, buena mezcla)… Entonces que mas se puede pedir?, Vietnam así era una apuesta segura.


Apenados por la marcha de los incondicionales, un tanto desorientados por la hiperactividad de los últimos días, decidimos quedarnos en Sapa un par de días para recuperar nuestro ritmo. Estos días de atrás le habíamos echado el ojo a unas pozas con el agua cristalina en un río cercano, así que nos faltó tiempo para ir allí, que mejor forma de relajarse que esta. Un trekking suave y un día de picnic en el río, estupendo!!!. Y ya satisfechos con Sapa, volvemos a Hanoi en tren cama compartiendo camarote con los dueños del hotel en el que estábamos hospedados (les habíamos echado la bronca por el mal billete de vuelta que le habían vendido a estos, así que esta vez debieron decidir viajar con nosotros custodiándonos, para que no hubiera ningún tipo de problema).





En Hanoi, ya sin tanta prisa, inspeccionamos un poco mas a fondo la ciudad. Un poco de turisteo en relación a todo lo que rodea a Ho Chi Minh, su modesta casa de pilotes al lado de donde ahora está el palacio residencial y junto a su mausoleo (que estaba cerrado) y también algún museo sobre él. En Hanoi nos gustó mucho el Templo de la Literatura (donde se estudiaba las tablas de Confucio) y un pequeño homenaje que nos dimos viendo una función de marionetas en el agua. Callejeando fuimos a parar a una antigua cárcel, hoy convertida en museo por la variada historia que su pasado contiene. Según lo expuesto, mas bien parecía un “centro de torturas” para los vietnamitas en tiempos coloniales, en posesión de los franceses, y posteriormente una “residencia de recreo” para los prisioneros americanos ya en posesión de los vietnamitas (que distinta es la historia según quien la cuente). Un tal McCain estuvo por allí, que viendo sus fotos y con ese nombre no sabíamos de qué nos sonaba.


Zanjado el tema Hanoi nuestra máxima y única intención era recuperar la Minsk, volver a sentir eso que solo unos pocos sabemos, je, je. Un autobús cama (a mi me parecía mas bien féretros) nos llevo hasta Dong Hoi. Sin que aun hubiera despertado el pueblo ahí estábamos nosotros pegados a la cristalera del hotel, ansiosos por ver tras la verja la moto en la oscuridad del hall. “Perfecto!!!, ahí está”.


A la mañana siguiente, después de una hora hacienda de manos sucias intentando arrancar la moto, entendí el ataque de celos que tenía por el abandono y la marcha junto a nuestros colegas. Ya cuando accedió, calmada del berrinche por nuestra ausencia, no le podíamos negar lo que nos pedía; carreteras secundarias, de paseo y con tertulia. Ya volvíamos a ser la pareja feliz de tres. De esta manera llegamos a Son Trach, un pueblo tranquilo de interior en el que la gente está a lo suyo, a los que haceres del campo y del río, y en el que al caer la tarde los jóvenes se juntan para jugar intensos partidos de voleibol. Aquí no nos valió ni el inglés, ni las cuatro palabras que sabemos de vietnamita, ni la mímica, ni el pictionary, ni nada. A la hora de comer lo único que creímos sacar en claro es que no queríamos pescado, pero la mujer debió entender que de todo menos pescado, Dios mío que atracón!. Luego hicimos otra intentona de comunicación en un taller y le cambiamos el aceite a la moto (que esta traga de todo) y le hicimos su correspondiente puesta a punto para estar preparada en los próximos miles de kilómetros.


Además de tener unos bonitos alrededores y de ser un bonito pueblo de transitar, Son Trach es famoso por sus cuevas (Phong Nha Cave) que en tiempos de HCM (Ho Chi Minh) fueron muy importantes pues se utilizaron en la ruta que comunicaba los dos Vietnam (HCM Trail). Nosotros al día siguiente visitamos una a la que había que acceder por río, pues este nacía en la cueva. Dos horas de tour por un bonito río y una bonita cueva con impresionantes cavernas curiosamente iluminadas.

Partimos por al HCM Trail a través de preciosos paisajes de montañas, carreteras poco transitadas ideales para que condujera Ana. Tan poco transitadas que tuvimos una cierta sensación de ‘Mad Max’ por la ausencia de gasolineras. Luego nos dirigimos hacia Ha Tinh, en la costa, sin mas intención que la de parar allí a dormir. A pocos kilómetros de llegar nos cayó la noche y un bache enorme que no vi hizo reventar la rueda trasera. Metimos la moto en la casa junto a donde paramos y no le quedó mas remedio al pobre hombre que repararnos el pinchazo entre risas y alboroto.


La siguiente etapa fue corta y del tirón pese a que amaneció la rueda pinchada. En una escasa Al día siguiente nos esperaba una etapa motera larga y cargada de anécdotas divertidas. A los cinco minutos hora ya estábamos en Vinh y después de localizar hotel y hacer unas cuantas gestiones ya estábamos liberados para visitar un poblado cercano donde pasó la infancia HCM. La casa museo no nos gusto nada, de escaso interés (cuatro fotos iguales a las que vimos en el museo de Hanoi) y pasamos el resto del día por sus alrededores, que esto ya nos gustó mas, para no variar, todo lo que rodea al campesino. Comprar aceite para la moto, un buen partido de badminton en un parque cercano, una cerveza con los lugareños y un poquito de internet, fue lo que hicimos para completar el día.









Al día siguiente nos esperaba una etapa motera larga y cargada de anécdotas divertidas. A los cinco minutos de viajar por la highway a Ana le empezó a aburrir mucho la carretera (lógico) y me sugirió que nos desviáramos hacia el interior. Un camino en obras resulto ser muy duro para empezar, pero nos acabó llevando a la HCM Trail y tan contentos. Allí parada para limpiar la bujía, no pasa nada, era normal, estaba tardando. Lo que no era normal era el brasas del paisano del chiringuito, yo creo que estaba tupi, que guerra dio el tío, no me hacia con él. Tras pasar un cruce hacia una carretera mas secundaria, pinchazo!!!. Conseguimos que nos dejen una bomba y con la rueda medio hinchada llegamos hasta un chiringuito. Allí nos lo pasamos pipa con la familia mientras nos arreglaban el pinchazo. Fuimos la atracción del pueblo, montamos una fiesta, acabamos cantando y todo, que divertido, que buena gente. Llegando a la nacional 1 (1A) me salté intencionadamente un semáforo, donde fueres haz lo que vieres. Un policía me quería poner una multa de 500.000 Dongs!!!!, cuanto es eso????, cuanto se tarda en ahorrar eso????. Nada, me hago el tonto, le muestro la matricula por si tiene inmunidad (es azul y eso quiere decir que su primer dueño fue un policía o un militar o un diplomático) y como no funciona pues a perder el tiempo hasta que se aburre de mi. Y cuando enfilamos la 1A un reventón!!!!, en la highway y a velocidad, para habernos matado!!!!, con todo el peso del equipaje y el paquete la moto parecía una culebrilla incontrolable, pero por suerte no nos caímos y todo quedó en anécdota. Por fin, a duras penas conseguimos llegar a Ninh Binh ya en la oscuridad y entre mucho tráfico.





Ninh Binh es un punto importante por los interesantes alrededores que alberga, especialmente Tan Coc, que es como una especie de Halong Bay, pero lo que allí es mar aquí es río. Es sabido que los vendedores a la caza de turista pueden acabar chafándote un bonito tour en barca por su pesadez e insistencia, así que como nosotros no estábamos para esos trotes, decidimos inspeccionar la zona con la moto. Precioso, inmensas llanuras encharcadas contrastan bruscamente con verticales montañas inaccesibles, dando unos paisajes exclusivos de esta zona. Nos recorrimos todos los rincones que encontramos con la moto y realmente mereció mucho la pena disfrutar de todo esto bajo la tranquilidad, fuera del turisteo. Como el pueblo tenía poco interés, el resto del día lo echamos en un parque jugando al badminton (Ana esta muy fuerte) y localizando una cámara nueva para la rueda trasera de la Minsk, que a estas alturas ya no le entra ni un parche mas.




Pese a que no teníamos la certeza de poder cubrir todos los trámites fronterizos para pasar a Laos, decidimos dirigirnos al paso más al norte de Vietnam. Según nos informamos el visado lo podíamos tramitar en la frontera, pero no teníamos tan claro poder pasar la moto, seguro que con dinero bajo mesa no habría problema y si no ya retornaríamos buscando un paso más transitado. Así que ya teníamos clara la ruta.

Siento repetirme y usar los mismos adjetivos, pero Vietnam es lo que tiene, muchos paisajes preciosos, inmensas llanuras de arrozales, mucha agua, montañas verticales de fondo, campesinos y mucha actividad rural. Es alucinante viajar así en moto. De esta manera, salvo algún capricho de la bujía y un último tramo por una carretera con un manto de paja y ocupada por campesinos trillando el arroz, llegamos al Parque Nacional de Cuc Phuong.


Con nuestra llegada llegó la lluvia. Como no paraba y el pueblo no daba para más, decidimos enfundarnos los chubasqueros y aventurarnos a recorrer las carreteras del parque en moto, con pena de no hacer un buen trekking que en otras condiciones seguro que hubiera estado genial. El día anterior cenamos gracias a la buena mujer del hotel que nos preparó una sopa, pues en el pueblo no encontramos ningún restaurante, así que como no queríamos abusar de ella nos acercamos a un pueblo a 16 Km a repostar, pese que el retorno lo haríamos completamente de noche y lloviendo.
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No hay quien nos pare! Amaneció lloviendo, aún seguía sin parar, cargamos la moto y nos enfundamos los chubasqueros aunque nuestra ropa aún seguía mojada. Quedarse allí con este tiempo no tenía ningún sentido, así que carretera y manta. Sin parar de llover, completamente empapados, por una carretera decente y portándose muy bien la Minsk, llegamos a Moc Chau, pese a desorientarnos en algún que otro cruce. De camino muy cansados, empapados y con frío por causa de una etapa realmente dura, solo pensábamos en llegar para darnos un buen homenaje de hotel y restaurante. Pero resultó que Moc Chau no llegaba si quiera a la peor de nuestras expectativas previstas y no encontramos nada que nos convenciera. Así que sufrir para nada no tiene sentido y animado por Ana decidimos doblar la etapa y nos dirigimos a Son La, pues aún era pronto. Un día de perros, demasiados kilómetros por medio, y ahí estaba la moto dando la talla, como si estuviera esperando al día que de verdad la necesitáramos, aunque inexplicablemente se rompió la mordaza de la maneta de freno, pero me resultó fácil de reparar.


Absolutamente agotados llegamos a una inesperada gran ciudad en la que nos costó encontrar un buen hotel. Ducha de agua caliente para recuperar temperatura y ya con el primer objetivo cumplido salimos a la calle a ver que se cuece. No teníamos muchas ganas de jugar al pictionary, ni de rompernos la cabeza para comer bien, estábamos muy cansados, pero teníamos mucha hambre. Después de un chequeo visual en la calle lo teníamos fácil, había una especie de casas de comida que estaba a reventar de grupos de jóvenes locales, así que para allá dentro. Antes de gastar mis últimas fuerzas en un intento de comunicación para llenar el buche, empezaron a traer y traer platos de comida como para una boda. Comida típica riquísima que no dábamos a basto a comer, un autentico homenaje vietnamita, segundo objetivo cumplido, estábamos reventados. Alguien nos debió leer la mente esa noche. Mas tarde, en internet, me enteré por mi hermano que teníamos un tifón encima.



Al día siguiente emprendimos la ruta mas tarde de lo previsto, pues nuestros cuerpos despertaron resentidos. A favor teníamos que el tiempo había mejorado. Partimos sin chubasqueros por carreteras en muy malas condiciones, con mucha maquinaria trabajando en ellas para abrir camino tras los derrumbes. El avanzar resultó muy lento, pero el tiempo permitía disfrutar del paisaje. Subiendo un puerto la cadena de la moto empezó a saltar, estaba destensada, y era imposible continuar. Retrocedimos a un taller en el que unos chiquillos intentaron hacer unas prácticas frustradas de mecánico, pues yo se lo impedí al ver que no tenían ni idea. Comprobé que todo estaba bien y tense la cadena mientras Ana reparaba el muelle del freno que me había cargado. Ya que no íbamos en el mejor de los horarios la moto empieza a dar problemas de carburación, gracias a un local nos damos cuenta que no llegaba gasolina al carburador, cosa fácil. A partir de aquí empezaron auténticos barrizales, derrumbes en los que un puré de barro nos llegaba hasta las rodillas, pasos en los que nos lo teníamos que pensar dos veces pues la moto con el peso era incontrolable, un autentico enduro. Pero con ello empiezan unos paisajes terribles, poblados de etnias chinas, casas de pilotes, valles y montañas, ríos y campos de arroz, “niños hello, hello” y mujeres con indumentaria típica (curioso su enorme moño sobre el que colocaban el casco de la moto a modo de copete). Una gozada de caminos, terreno para la Minsk. Misteriosamente perdimos el sistema eléctrico y con ello las luces. Hicimos una parada técnica para valorar si continuábamos, pues con toda certeza nos sería imposible llegar a destino de día. Y efectivamente a 16 Km de Diem Bien Phu estábamos rodando completamente a oscuras. Incapaz de sortear los múltiples baches por la imposibilidad de verlos, nuestros cuerpos no daban para mas, el culo, las rodillas y mis muñecas (pensé que las próximas cervezas las iba a tener que tomar con pajita), la cosa pintaba muy mal pese a que nos faltaban muy pocos kilómetros. Suerte que vimos bajar unos locales en moto y tras mis aspavientos con las manos, accedieron a hacernos de lazarillo y conseguimos bajar a rebufo de ellos. Esta vez nos habíamos ganado una buena cerveza. Mientras la tomábamos, repasando la jugada de los últimos días, nos dimos cuenta de lo realmente duros que podíamos llegar a ser, a estas alturas del viaje nada nos para. Etapas muy duras que repetiríamos una y mil veces si fuera necesario.





Diem Bien Phu resultó ser un lugar agradable con un interesante pasado, “La batalla de Diem Bien Phu”. Ocupamos los siguientes días visitando todo lo relacionado con ella, museo, bunker, colinas, trincheras, restos de artillería por los alrededores, en fin, una vez metidos en faena resultó ser muy interesante. También aprovechamos para hacer todas las gestiones previas antes de adentrarnos en Laos y como no, para reparar el dichoso sistema eléctrico, que nos supuso visitar varios talleres.


La batalla de Diem Bien Phu tuvo lugar en 1954 entre el Viet Minh, bajo las ordenes de Vo Nguyen Giap, y las fuerzas aerotransportadas y la legión extranjera francesa, siendo esta la última batalla de la Guerra de Indochina”.


La batalla de las batallas, la batalla por excelencia, todo una demostración de como una vez mas David vence a Goliat, una batalla digna de estar en todos los libros de historia. Giap decidió aceptar el reto de una batalla definitiva que a priori tenía todas las de perder. A base de un duro y constante trabajo hasta el punto de cobrarse muchas vidas por agotamiento, el Viet Minh transportó pieza a pieza el armamento pesado a través de la selva, pues todas las vías de comunicación estaban en poder de los franceses. Como hormiguitas excavaron trincheras y túneles para acceder a las posiciones enemigas. Los franceses, con todos los medios, en una batalla a campo abierto, con todas las vías de comunicación en su poder y dos aeropuertos, no se imaginaba ni por un asomo lo que les venía encima. Tenía preparado un breve resumen de la historia en dos cuartillas, pero a última hora he decidido no soltaros el ladrillo, os recomiendo que le echéis un vistazo por ahí, pues se lo merece.


Tras la victoria, HCM es proclamado presidente de la Republica de Vietnam (Vietnam del Norte) y Vietnam del Sur queda con Bao Dai como emperador, mas tarde Estados Unidos se encargó de sustituirlo para evitar la reunificación de las dos zonas, pero eso ya es otra historia. HCM dio su vida por la liberación y unificación de Vietnam. Primero lucho contra la ocupación japonesa formando el Viet Minh (Frente para la Liberación de Vietnam), luego contra los dominios coloniales franceses y por último, con el Viet Cong, hizo frente a los americanos, pero murió antes de ver su querida Vietnam unida. En fin, igualito que en España.











Por una carretera solitaria nos adentramos en profundas montañas que darían paso a Laos. En el control vietnamita, ante la esperada pregunta sobre la moto, la sorteamos rápidamente y sin problemas, informándoles que nuestra estancia en Laos sería de una semana con vuelta a Vietnam y con un “hasta Luego” se quedaron tan contentos.





Vietnam por naturaleza y clima se podría asemejar al Caribe, pero solamente por eso. Aquí toda la gente trabaja, y trabaja mucho, la vivienda es de una construcción firme y robusta, y la gente cuando bebe mas de la cuenta tiene un buen beber, pasan desapercibidos y sin hacerse notar. Por el contrario, no suena la música por cualquier esquina y a los jóvenes les falta bravura, prefieren mirar el móvil antes que a unas chiquillas pasando junto a ellos. Que distinto es el mundo!.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Travesía con barro, eso es de moteros duros y guarros si señor. Pues no solo de carreteras asfaltadas vive el motero.

Saludos,
Chema

Anónimo dijo...

Qué pais! parece mentira.
A los que no tenemos ni idea de lo que se cuece por ahí, nos estáis enseñando muchos mundos distintos, la verdad. A Veces me parece como que un poco estamos viajando con vosotros. Se agradecen los reportajes chavalis.
Muy interesante lo de Vietnam. Desde luego se ve que a vosotros os ha gustado, ahora qué?
bueno, sea lo que sea, que sepáis que seguimos enganchados.
Un abrazo y mucho ánimo para seguir.
Cómo te lo has tenido que pasar con la moto cabrón!