viernes, 24 de octubre de 2008

26.- Vietnam en moto, la mejor partida de Pictionary.

Hace un año esperando el embarque del primer avión, ante la incertidumbre del comienzo del viaje, se nos dio la siguiente conversación.

-Oscar: Y ahora que?...
-Ana: Pues a por Vietnam en moto.
-Oscar: Como????!!!!!
-Ana: Cuando te conocí tenías dos obsesiones. Una la de hacer un gran viaje, algo grande, y la otra la de recorrerte Vietnam de punta a punta en una moto. Aquí me tienes!, y que te crees, que no te vas a salir con la tuya?, que no vas a conseguir lo de Vietnam?

Yo no sé si soy aventurero, si me gustan los desafíos, o simplemente soy un caprichoso. Lo único que sé es que soy motero, soy motero las 24 horas del día, soy motero con y sin moto y encima me gusta viajar. Como siempre digo no hay que parar de soñar, no hay que bajar el listón de las pasiones y así, cuando se te ponga una oportunidad a tiro, estarás preparado para cogerla. Aquí estamos, en Vietnam y con una moto!!!!!

Después de una semana trasteando por el Delta del Mekong, informándome sobre el tema en cuestión, preseleccione una moto digna para esta aventura, no valía una scooter. Localizarla en el sur de Vietnam no era fácil, mis gestiones por internet no daban fruto, esta máquina escasea por estas tierras poco montañosas. Así que, incitado por Chema, tuve que salir a la calle a buscarla, a mi terreno. Y efectivamente después de patear Saigón y ver varias motos descartadas, ahí estaba la maquina elegida, llamándome a la puerta de un bar. Y ahí estaba Ana, pegándome una patadita en el culo para que zanjara este asunto, “Ahí la tienes, a que esperas”.

208 euros tuvieron la culpa de que adquiriéramos una vieja moto rusa. Una Minsk de 125 c.c. y mecánica de 2 tiempos. “Una máquina terrible” como me dijo uno, “la mula de las montañas”, como la llaman por el norte. Con embrague, frenos y dirección de tactos rudos y suspensión muy mermada para lo que le íbamos a exigir (2 personas y equipaje), pero con un motor sobrado para estas tierras. Mimosa como ella sola, quizá un tanto caprichosa, pues raro es el día que no requiere las caricias de mis manos sucias, pero dócil y fiable cuando se hace al amo.

Salimos de Saigón sin chequeo alguno, queríamos ponernos en ruta cuanto antes, sin mas preparativos que la compra de unos pulpos, una parilla y una llave de bujía. Resultó mas fácil de lo esperado salir de una ciudad de 6 millones de habitantes y muchísimas motos, no me preguntéis como, pero eso si, nos llevó su tiempo. Aquí no se para, cuando todo se colapsa se invade la acera y ya esta. Los semáforos se cruzan lenta y aleatoriamente y funciona. La velocidad es ridícula y debido a ello, lo que parece un absoluto caos es transitable. Una anarquía total que sencillamente funciona porque no hace a nadie creerse en posesión de derechos cívicos viales y exprimirlos al máximo (En España uno tiene el derecho de apurar al máximo el semáforo en rojo y otro a anticipar el semáforo en verde, todo esto como mínimo a la velocidad máxima permitida, y claro, luego vienen las hostias).

La media en carretera es bajísima de cualquier medio de transporte. Es difícil superar los 30 km/h y nuestra máquina posee una buena velocidad de crucero (unos 40 km/h) y una excepcional velocidad punta (yo calculo que un buen día puede superar los 60 km/h), toda una máquina!!!. Entre pitos y flautas hacer unos 100 km nos puede llevar unas 4 horas, nunca sabes lo que te puede deparar el camino ni las sorpresas que te reserva la moto. Cuanto menos hay que parar a hidratarse, estirar las piernas y los primeros días a limpiar la bujía, que lo tomo como vicio.

En el primer aguacero terrible que nos cayó en ruta, cobijados en una casa, con la ayuda y herramienta del lugareño, aprovechamos para hacer el chequeo que debía haber hecho previo al viaje, filtros, batería, frenos,... Cosa fácil, pero no suficiente. Caprichosamente la moto se ahoga cuando le viene en gana, se engrasa la bujía (hasta que dimos con el porcentaje de mezcla idóneo), no requiere gran cosa para un aprendiz de la llave de tubo. Eso si, no esperes que lo haga en una sombra, en un garito y donde los lugareños hablen ingles. No se por que extraña razón la gente se empeña en hablarnos, darnos indicaciones e instrucciones aunque no nos entendamos y, paremos donde paremos, solemos crear expectación. Alguno no confía mucho en mis habilidades como mecánico, pero cuando le meto el patadón y arranca a la primera me gano la ovación del publico.

Otras veces requerimos las manos de un experto. Vietnam es un país con 80 millones de habitantes y absolutamente todo el mundo tiene una moto, niños, jóvenes y ancianos. En un país con tantas motos hay tantos “talleres” y “asistencias en carretera” como bares en España, así que no hay mayor problema ante los múltiples caprichos de la Minsk, cada día como mínimo uno. A veces hay que esperar a que venga la luz, para poder utilizar el soldador y así reparar la parrilla, como nos ha ocurrido varias veces. Con un destornillador, un alicate y una llave inglesa en la mano, de paquete en la moto de un mecánico, hicimos la asistencia a la moto que se había quedado en la cuneta con el tambor de la rueda trasera gripado, y creo que al tipo le sobraron herramientas para arreglarla. Otro donó la falange de una maneta de embrague para injertarla en la mía rota, soldó lo insoldable. Un chiquillo de 15 años, tatuado y fumando me hizo el cambio de aceite y volvió a soldar la parrilla. Un cirujano de la mecánica, me reparó el sistema eléctrico, mientras su mujer le iba dispensando herramientas a la par de su voz que se las pedía. En fin, todo esto y mucho más. Sustitución de cables, manetas, reposapiés,... Ajustes de embrague, frenos, escape, tornillos,.... Muchas veces tirados sin gasolina pues el grifo del deposito es mejor no tocarlo y múltiples pinchazos y reventones. Muy gorda tiene que ser la avería para que supere la factura un euro.

Mientras mis visitas al taller Ana improvisa unos cursos vietnamita – español que van dando sus frutos y a los que yo me apunto. Rápidamente con 4 palabras y mucha mímica podemos tener una conversación fluida con los lugareños, que destreza la nuestra. Muchas veces cuando me acerco a recogerla con la moto arreglada, me la encuentro con una sillita, una sombrilla y agua fresquita que le ha facilitado algún lugareño para suavizarle la espera y enfrascada en alguna tertulia, como se maneja!.



Vietnam esta de moda, es muy turístico, pero localizado. Cada día con la moto es una aventura. Nos esta dando la oportunidad de transitar por una Vietnam profunda que de otra manera nos seria muy difícil.







La primera parada la anticipamos improvisadamente a Cay Gao debido a que ignorábamos que esta primera etapa nos iba a llevar tanto tiempo, descubrimos que viajar con la Minsk es una cosa de paciencia, con relajo y con tiempo para disfrutar de las anécdotas del camino. En este pueblo nos dimos cuenta que teníamos que espabilar si no queríamos pasar penurias por la barrera del desconocimiento del idioma. Encontrar hotel fue fácil, pero comer se complicaba. Por si las moscas hábilmente nos aprovisionamos en el mercado, señalando con el dedo estaba resuelto. Pero cenar sentado se complicaba un poco mas por la timidez de algunos lugareños ante lo desconocido, 2 turistas que no entienden, pero prueba conseguida, comida local y muy rica.


Al día siguiente partimos hacia Dalat, zona montañosa y de interior. Ya fuera de jaleos y más tranquilos Ana hizo sus primeros pinitos (y caballitos) con la Minsk. En una parada, mientras nos tomábamos unos refrescos, tuvimos una charla larga y tendida con la dueña. Nos pareció entenderla (interpretarla) que tenía una amiga americana, que le había invitado a ir a su casa, que no tenia ni idea de ingles y que ella no estaba para esos trotes, esto mola!!!. Ya en Dalat, algo mas turístico, cogimos fuerzas por prevención a lo que nos deparasen los próximos días.

Descendiendo por carreteras de montaña, que en determinados momentos nos recordaban al Puerto de Navacerrada, llegamos hasta la costa, hasta Phan Rang. Una carretera muy bacheada que nos mostró lo mermados que íbamos de suspensión y por eso mismo descendimos relajadamente, disfrutando de un estupendo paisaje. Allí empezamos a trastear por las calles, perdiéndonos entre vietnamitas, pues pese que es un pueblo grande, no frecuentan los turistas por su escaso interés. Nos hacemos con una bandera de España para tunear la moto, nos da un poco de tirria que continuamente nos identifiquen como americanos o franceses, nosotros somos de Tei Ba Nha!!!! (España), y además aquí nadie nos tacha de facha por ello (no nos etiquetan, no es una espinilla en el culo). Todo valientes nos pegamos un homenaje de comida local que resultó estar buenísima, a veces es como jugar a la ruleta rusa, pero aquí fue un acierto. Y ya cuando llego la electricidad al pueblo, nos metimos en internet los primeros pues rápidamente se lleno de gente que estaba al acecho esperando el momento (es curioso ver como todos los negocios están abiertos horas y horas, como en stand by, esperando la llegada improvisada de la luz).




Por la Highway llegamos hasta Nha Trang sin problemas. Sitio turístico y playero donde nos tomamos un merecido descanso (adaptarse a viajar de continuo en moto lleva unos días, es una verdadera paliza hasta que te acostumbras, y a estas alturas tenia a Ana, la pobre, reventada, es una campeona!!!). Para empezar nos pegamos el caprichazo de hacer unos buceos en el Mar del Sur de China. Sencillamente grandiosa la inmensidad de allí abajo. Dos buceos de más de 50 minutos, en un entorno totalmente distinto y con una gente extraordinaria, encantadores (el centro de buceo). “Im-Presionante”, peces nuevos, corales nuevos, cruzamos 2 cuevas donde se cobijaban infinitos peces, estrellas de mar azules, morenas, nos perdimos entre un banco de peces,… una maravilla, que vicio. Aprovechamos para disfrutar de las playas, de restaurantes con menú en ingles y, como no, para poner a punto la moto, que por estas alturas teníamos algunas cosas pendientes. La dueña del hotel, una señora entrada en años, cada vez que veía a Ana le daba unos abrazos terribles, incluso la levantaba en volandas, le debió caer simpática, y yo me lo pasaba pipa viendo la escena. Y el chico, yo creo que incitado por la madre, me pegaba unas turradas cíclicas en ingles que me hicieron pensar que me había tomado como teacher-sparring de ingles, je!, a menudo fue a elegir.


Una carretera rodeada de un paisaje muy bonito y con alguna anécdota de camino, que ya os contare, nos llevo hasta Quy Nhon, otro pueblo playero, pero este para lugareños. Mis pocas opciones para cenar por ser este un pueblo costero en el que solo encontramos Ca (pescado) para cenar (tengo alergia al Anisakis y no puedo comer pescado fresco) me obligaron a conformarme con un bocata de quesitos en la habitación del hotel, mientras Ana disfruto de un estupendo plato de pescado. Al día siguiente espabilé y rápidamente me hice con un buen restaurante local donde me resarcí del día anterior (y encima tenían en promoción la cerveza). Aprovechamos para hacer gestiones (algunas mas de la moto) y a explorar las playas y pueblos pesqueros de los alrededores perdidos entre simpáticos vietnamitas. En la noche disfrutamos de paseos por la larga playa, viendo faenar con luces los pintorescos barcos vietnamitas en la inmensa bahía.






Un estupendo viaje por paisajes geniales nos llevaron hasta Quang Ngai. Una parada técnica en un pueblo sin nada especial que destacar, pero no así el viaje hasta el. Paisajes preciosos que parecían estar sacados de un juego de una videoconsola por la perfección de estos. Inmensas llanuras de arrozales plagadas de campesinos trabajando, a un lado del horizonte palmeras salteadas y de fondo inmensas montañas verticales, al otro, estupendas playas de arena blanca con un mar surcado de coloridos barcos vietnamitas, el cielo perfecto. Al día siguiente rápidamente dimos con la carretera que llevaba a My Lai, un pueblo que fue arrasado por los norteamericanos en la Guerra de Vietnam.


Willian Laws Calley era el teniente al cargo de la masacre de My Lai. Que se puede esperar de un tipo que yendo de viaje se quedó sin dinero a mitad de camino y precipito su alistamiento al ejército. Escasos 20 años, ignorante de la vida y con escasa formación, pues no sabía ni leer correctamente un mapa, seguro que no era el más listo, al igual que su sección con la que arrasó el poblado. Lo único que sabían de ese vacío moral llamado Vietnam era lo que le habían inculcado, que el comunismo era muy malo (dudo que supiera lo que era el comunismo) y que había que acabar con el Vietcong. En una guerra atípica, con lo mejor de cada casa, un ejercito “mu profesiona”, sin un frente definido ni posiciones que tomar, y bajo un sistema de presiones y ascensos en función de las bajas enemigas, que se podía esperar de estos ineptos?...Pues que aterrizaran por allí, por una aldea de campesinos, y en escasas 4 horas arrasaran con todo, cultivos, animales, viviendas y acabaran con la población, pero antes les dio tiempo a violar a las mujeres. Según cuentan unas 500 personas muertas, la mayoría niños (yo vi muchos de entre 1 y 3 años en los listados), mujeres y ancianos. Eso sí, para ellos, según información oficial de Estados Unidos, 120 muertos, 90 Vietcong no civiles y 30 Vietcong civiles, pese a que en toda la operación solo incautaron 3 armas Vietcong. Nosotros estuvimos allí, nosotros vimos la dureza de las fotografías tomadas in situ, en el momento, todo eso que no cuenta Hollywood. Terrible la cara de los soldados después de perpetrar la masacre, con el cigarrillo entre los labios, como si estuvieran descansando de una obra orgullosos después de un trabajo bien hecho. En una guerra en la que les estaban dando al pelo, en la que el enemigo resultó ser muy listo y superar todas las carencias frente al despliegue de medios del enemigo, en una guerra llena de presiones políticas por no conseguir objetivos cuantificables, desgraciadamente se dieron muchas masacres como la de My Lai incubiertas.


Después de esto cuanto menos necesitábamos un refresco, así que directos a los chiringuitos de la playa. Jugamos con los niños de los puestos, charlamos con sus madres, que por cierto son muy cotillas aquí las mujeres, y ya más animados, emprendemos la ruta. Absolutamente todo el campo esta lleno de gente trabajando, campesinos que están de sol a sol. La principal actividad en las carreteras no es el transporte, pues estas son compartidas con los campesinos que las abarrotan en su actividad y prácticamente usan todo el arcén para extender los granos de arroz al sol. Es difícil diferenciar en este aspecto un día laboral de un festivo, este país no descansa, nunca habíamos visto algo así. Así que imaginaros unos paisajes de arrozales preciosos adornados con toda la actividad que ello conlleva, campesinos, ganado, maquinaria,...

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Medio de noche llegamos a Hoi An, un precioso pueblo que en el siglo XVII fue un importante puerto internacional y que hoy en día se siguen apreciando las influencias chinas, japonesas y europeas en su arquitectura y cultura. Al caer la noche, sentado en una terraza, te sientes trasladado al pasado en medio de las casas de mercaderes portuarios de otra época.

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Desde allí hicimos una escapada a las ruinas de Mi Son, un conjunto de templos construidos entre el siglo IV al XII pertenecientes a la cultura Cham. No hay grandes templos, pero si pequeñas agrupaciones con bastantes tallas y relieves en un entorno muy agradable, entre riachuelos y mucha vegetación, que debido al escaso turismo tienen un cierto carácter místico. Durante la Guerra de Vietnam, Estados Unidos no respetó estas ruinas, bombardeando la zona y causando grandes daños en ellas.


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Una nueva carretera de 30 km a lo largo de la Playa del Mar de China nos obliga a pararnos y disfrutar de ellas. Es nuestro cumpleaños, llevamos un año viajando así que mejor motivo que este para celebrarlo. Mariscada para Ana y cacahuetes para mí en un chiringuito de la playa. Después de esto y de echar la mañana entre baños y cervecitas ya estábamos preparados para continuar la ruta dirección a Hue. Tras no dar con el camino correcto en Danag, atravesar sus montañas, algún que otro caprichito de la bujía de la Minsk y un aguacero de camino, conseguimos llegar al destino antes de que cayera la noche, que esto es siempre importante cuando se viaja en moto.



Desayunando en Hue hago un estado de cuentas exacto con el fin de confirmar nuestra agradable sospecha. Es la primera vez en mi vida que no me acerco ni de lejos al mejor de mi más optimista presupuesto, esto es increíble!, todo hay que decirlo, la buena cotización del euro frente al dólar nos ha ayudado mucho. De subidón nos vamos a visitar la ciudadela de Hue (1802-1945, Dinastia Nguyen) y allí directos a la Ciudad Prohibida. Curioso pero, para nosotros, nada del otro mundo. La visitamos a golpe de martillo, entre obras, yo creo que para prepararla para la futura oleada de turismo, y con David Bisbal de fondo, pues los de los souvenir se habían coscado que había unos cuantos españoles dando vueltas por allí. En fin, disfrutamos mas perdidos entre los lugareños por la ciudadela, ya al caer la tarde sin tanto calor.

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El siguiente destino fue una cuestión práctica. Se acercaba la ansiada llegada de los colegas a Hanoi, para disfrutar de sus vacaciones juntos, y yo a esas alturas ya estaba atacado de los nervios. Simplemente queríamos avanzar un poco mas con la moto para dejarla aparcada unos días y coger un bus que nos llevara a Hanoi rápidamente ya que con la moto no llegábamos a tiempo. Así que le queríamos dar unas merecidas vacaciones a la Minsk. Dong Hoi es un pueblo que para estar en la "nacional 1" no ha parado en él un turista ni por error. Gran sorpresa la nuestra cuando en el hotel no sabían ni decir un triste "Hello". Alojarse era sencillo, pero la jugada que teníamos en mente nos supuso una gran partida al Pictionary (como muchas otras veces), la cual queríamos pensar que ganábamos, después de ilustrar nuestras ambiciosas intenciones en una serie de viñetas. Queriendo ser optimista, pese a una cierta desconfianza, dejamos la moto en el hall del hotel y partimos hacia Hanoi sin más aval que unos papeles llenos de garabatos.

jueves, 23 de octubre de 2008

25.- Vietnam. 1a parte: Delta del Mekong

Aqui os dejo un pequeño ladrillo, un breve resumen de la historia de Vietnam (que sé que sois perezosos y luego no lo mirais ni siquiera en google), ha resultado ser un maravilloso pais y no una guerra (que era lo unico que conociamos).

“La historia de Vietnam se remonta a más de 2.700 años. La mayor parte de su historia estuvo gobernada por varias dinastías del Imperio Chino y suyas. Vietnam obtuvo su independencia en los inicios del siglo X y su autonomía total un siglo después. El periodo de gobierno de las dinastías nativas terminó a mediados del siglo XIX cuando el país fue colonizado por Francia. Durante la Segunda Guerra Mundial, Japón ocupó Vietnam; pero respetó la autoridad francesa por ser el Gobierno de Vichy colaboracionista con su aliada, la Alemania nazi. Fue hacia el final de este conflicto cuando los japoneses trataron de exterminar al poder francés por sospechar de un apoyo a una posible invasión aliada. En esta situación Ho Chi Minh proclamó la República Democrática de Vietnam. Al finalizar la Guerra, Francia intentó reestablecer su control; pero falló y estalló la Guerra de Indochina que finalmente perdió. Los Acuerdos de Ginebra dividieron al país en dos: Vietnam del Norte y Vietnam del Sur. Durante la Guerra Fría, el norte recibió el apoyo de la Republica Popular de China y la Unión de Republicas Socialistas Sovieticas, mientras que el Sur obtuvo el apoyo de los Estados Unidos. Rápidamente las tensiones llevaron a la Guerra de Vietnam que terminó con la retirada de las tropas estadounidenses en Marzo de 1973 y la toma de Saigon en Abril de 1975. En 1976, Vietnam se unificó bajo el gobierno de Vietnam del Norte y tomó el nombre de República Socialista de Vietnam. En 1978 Vietnam invadió la Kampuchea Democratica de Pol Pot (el malo de Camboya) y precipitó el fin de su régimen. A finales de la década de los noventa comenzaron las negociaciones para restablecer relaciones diplomáticas con Estados Unidos y a principios del siglo XXI Vietnam comenzó a recibir ayuda estadounidenese. En la actualidad es considerada la economía de más rápido crecimiento del mundo, con un potencial económico promisorio.”

Nuestra entrada en Vietnam fue por Chau Doc, allí nos quedamos varios días aclimatándonos a los vietnamitas, que son bastante curiosos, cuando hablan gritan mucho y parece que te están regañando (al principio nos daban un poco de miedo), pero en seguida te das cuenta que son muy simpáticos y cariñosos (a veces demasiado sobones para mi gusto) y me da la sensación de que están un poco chiflados (será que tienen un curioso sentido del humor). Nos sorprende lo currantes que son, tanto ellos como ellas, trabajan muchísimo y muy duro, también nos sorprenden los ciber que estan llenos de chicos jugando en red a un juego de baile, gritan y fuman muchísimo, es dificil aguantar allí mas de 5 minutos.







Damos varios paseos por el Mercado, que es donde está todo el jaleo, y probamos frutas rarísimas, algunas muy ricas y otras no tanto. Visitamos el monte “Mui Sam” que esta a 6 km, allí hay varios templos y desde la cima tenemos una bonitas vistas de los campos de cultivo, parece que está todo inundado. El paseo de vuelta muy entretenido, continuamente nos saludan los niños con un gran “JELOUUUUU”, mujeres que nos ofrecen verduras, hombrecillos que nos persiguen para que le compremos unos peces vivos que acaban de sacar del rio…..


Decidimos seguir la ruta sin saber a donde, en la estación de autobuses nos decidimos por Ha Tiem, que es el próximo bus que sale y solo nos toca esperar una hora (ahora con las raquetas de badminton se nos hace mas ameno). En el autobus (que va semivacío) nos quieren cobrar un extra por el equipaje, le decimos que nanaina, nos lo acoplamos sobre y debajo de nosotros. Trayecto infernal, ruteado auténtico, sube y baja gente contínuamente, gritos, broncas (lástima no enterarnos de nada), los asiáticos fuman todo el rato, suben dos con un pedal tremendo que se pasan todo el viaje hipnotizados y descojonados de las rastas de Oscar.

En Ha Tiem, pensabamos que se cogía el barco para ir a la isla Phu Quoc, pero eso debía de ser hace tiempo, ahora no hay ná de ná, así que pasamos el día dando vueltas por los puestos del mercadillo y cotilleando una boda (menudo glamur tienen los asiáticos), nos quedamos impresionados con las del Karaoke.

Al día siguiente nos dicen que los barcos para la isla salen desde Hon Chong, a unos 40 km, que el autobus ya ha salido y que hoy no salen más (¿será verdad?), bueno, pues cogemos dos moto taxi y cuando llegamos nos dicen que el barco está roto, que no sale hasta la semana que viene (¿sera verdad?), los moto taxis nos llevan a un hotel, el del hotel les da una comisión por llevarnos allí, y luego los tíos morros van y nos piden otra comisión a nosotros y les decimos que tururú, se descojonan y se largan, pero que morro tienen estos tíos!!!
Aquello es un pequeño pueblecito con playa, debe ser zona turística de vietnamitas pero como estamos en temporada baja (muchas lluvias) pues está vacío y no hay nada que ver ni hacer, así que pasamos el rato leyendo, jugando a las cartas , al badminton y viendo las olimpidas.

De allí cogimos un bus a Rach Gia, desde donde fijo que sale el barco a la isla Phu Quoc. Al subir al bus creo que nos quiere cobrar de más, como le pongo caras raras en seguida me da otro precio que me convence más, pero aún así ha debido hacer un buen negocio ( y debe tener remordimientos) porque en cada parada, baja y me trae algo de comida local, je, je, al final resulta ser muy majeta!
Estamos tres horas para hacer 90 Km, paradas cada poco, el contínuo sube/baja gente, con grandes macutos (pero que llevarán ahí dentro?, bueno, mejor no saberlo), verdedores (que traen consigo olores mil), asientos que se clavan los hierros, puff, menuda tortura!, las vistas son bonitas, o cuanto menos entretenidas, el transporte pesado por los canales, las casas-negocios, gente por todos lados y miles y miles de motos, que el autobusero no piensa esquivar, el pita todo el rato, y si se quitan bien, y si no....
Creo que aquí es cuando le pregunto a Oscar: “sigues con la idea de Vietnam en moto?”, Yo nunca le hice mucho caso con esta idea, me parecía algo descabellada y difícil de llevar a cabo, pero después de probar varios ruteados vietnamitas, voy a tomarmelo en serio y hacer todo lo posible por coseguir esa moto!

Por fin en Rach Gia parece que podemos coger el ferry a la isla, pero no iba a ser tan fácil, nos cae la gran tormenta y el mar está muy picado, a la porra la idea de ir a la isla, cambio de planes y nos vamos a Can Tho, en donde hacemos un tour para ir a ver el mercado flotante, primero



vemos el de Cai Rang, muy grande, mucho ambiente, barcos de todos los tamaños, todos venden o compran algo. Son barcos-casas y ves como cocinan, lavan, se asean... muy entretenido. También hay barquitos-bar con todas las bebidas y café recién hecho, y hay otro barquito con una gran olla repartiendo comida. Hacemos una pequeña parada para ver como hacen los fideos de arroz y luego visitamos el mercado flotante Phong Dien, mas pequeño y familiar, allí compramos una mini sandía, una toronja y una piña que nos comimos en el acto. Callejeamos por pequeños canales (daba la sensación de estar en medio de la selva, a miles de kilometros de la civiliación) todo esto es muy bonito y vemos como es la vida de la gente que vive a orillas del río, en él se asean, lavan la ropa, los cacharros, mean, cagan, tiran toda la basura, vamos, un desastre!!!




Demasiadas horas en barquito, nos sobra las dos últimas, las que Oscar pasa durmiendo.

En Can Tho probamos unos rollitos vietnamitas que estaban deliciosos, pero resulto que llevaban trocitos de gamba, y Oscar ya se había comido unos cuantos (es alergico a los alimentos del mar), en fin!, como diría el doctorsito de la Prusia, ahora toca periodo de observación, je, je, No pasó nada, seguro que eran gambas del Mekong.




De allí nos vamos a Saigón, ahora llamada Ho Chi Minh City, aunque la mayoría de los vietnamitas la siguen llamando Saigón, así que nosotros también. No queremos mas ruteados así que compramos un billete para turistas, preguntando varias veces que si era directo, “ye, ye, non stop” nos repetía una y otra vez el vietnamita. Total que era mentira, y paramos un par de veces en restaurantes a comer (y eso que acabábamos de desayunar), paramos en una factoría, y nos cambiaron de autobus por el camino, si pillo ahora al de “ye, ye, non stop” le hago tragarse el diccionario de inglés como poco, (parece ser que así son todos los trayectos con turistas).
Si en todos los sitios nos sorprendía ver miles y miles de motos, lo de Saigon da miedo, son millones y millones de motos, y apenas semáforos, increíble!!!!

Allí visitamos el “War Remnants Museum” que tiene tanques, cañones, aviones , helicópteros, bombas…, en un edificio hay muchas fotos de escenas de la guerra, algunas muy buenas, hechas por reporteros (muchos desaparecidos), pero casi todas las fotos son terroríficas, sobre todo la parte que muestran las malformaciones que sufren pueblos enteros años después debido a las armas químicas, que penita!!! (claro, de esto no hablan las peliculas de Hollywood).

Visitamos varios museos más, que no debieron ser gran cosa, porque apenas los recuerdo. Dimos varios paseos por la ciudad para ver importantes edificios coloniales y Notre Dame.
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Visitamos los tuneles de Cu Chi:
“Unos 200 Kilometros de tuneles en zigzag, de un metro de altura o menos, que sirvieron de refugio a más de 10.000 habitantes y combatientes durante el transcurso de la guerra, eran pequeñas ciudades bajo tierra, en distintos niveles contaba, con dormitorios, cocinas, fabrica de ropa, de armas, almacenes, comedores, salones, pozos, sistemas de ventilacioin y trincheras, todo conectado entre si.
La escavación de estos tuneles, se inició en la época colonial, durante la guerra con Francia, pero con la llegada de las tropas norteamericanas, los túneles casi olvidados volvieron a servir en la defensa de su territorio y como buena estrategia con el fin de repeler y desmoralizar al enemigo, convirtiendose en un infierno para las tropas norteamericanas que se veían atacadas por soldados vietnamitas “fantasmas”, que aparecían y desaparecían como por obra de magia. Los guerrilleros disparaban desde cualquier flanco y daba la impresión de que constituían una enorme tropa, cuando, realmente, sólo se trataba de unos pocos hombres que se movían bajo tierra. Las entradas, rectángulos de 40 por 30 centímetros aproximadamente, se camuflaban con vegetación. Tan desapercibidos pasaban estos pasadizos subterráneos que los norteamericanos montaron una base sobre ellos, sin darse cuenta de que sus enemigos vivían debajo. Los vietnamitas salían por la noche y les robaban comida”


Yo hice un primer intento de meterme en uno de ello y aquello resultó ser claustrofóbico y salí corriendo. Luego vimos varios tipos de trampas, cráteres de bombas, un tanque norteamericano y tenemos una segunda oportunidad para meternos en otro tunel y hacer un recorrido de 20 metros bajo tierra, esta vez le echamos valor y para allá que fuimos, pufff!!!. Agotador, angustioso, se nos hace eterno, oscuridad total (casi mejor), falta el aire, pero lo conseguinos!!! Tambien tienes oportunidad de disparar con una K-53, pero como no hay objetivo al que disparar no le veo la gracia, asique preferinos gastarnos el dinero en un helado, je, je
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Los siguientes días en Saigón se resumen en buscar moto, encontrar moto, Oscar tan contento y nervioso, muy nervioso, como un niño la noche de reyes. Cambiamos un libro en castellano (que aquí no lo quiere nadie) por un antiguo mapa de carreteras de Vietnam, aunque está en Chino. Compramos parrilla, pulpos, llave de bujía, casco para mí, Oscar lava el que venía con la moto y aquí comienza "Vietnam en moto" que no se la puedo quitar a Oscar de contar en primera persona, je, je