jueves, 1 de noviembre de 2007

6.- Honduras, abrazado al pasado.

En determinados momentos hay que armarse de paciencia cuando una cosa aparentemente simple se convierte en complicada. Para poneros en situación os voy a relatar unas conversaciones cotidianas que nos suelen ocurrir.


Nos encontramos ante un plato típico en un menú que reza “fajitas de res con banano, papas, arroz, frijoles y chirimol” y a continuación se da la siguiente conversación:

- Nosotros: Buenos días, ¿qué es el chirimol? (preguntas de este tipo las suelo hacer con frecuencia por el tema de mis alergias).
- El / Ella: … Es chirimol.
- Nosotros: Ya ?¿?¿?¿ … ¿pero que es?, ¿verdura?, ¿fruta?
- El / Ella: … No, es chirimol.
- Nosotros: Ah, pero, ¿es picante?, ¿es una salsa?
- El / Ella: … No, es chirimol.

Llegados a este punto damos por zanjada la conversación y nos planteamos si nos la jugamos o no con el plato, que por cierto, tiene buena pinta.

A la hora de tomar un refresco nos encontramos con uno de color rojo fuerte y se da la siguiente conversación:

- Nosotros: Hola, ¿de que es ese refresco rojo? (esta pregunta la hacemos por simple curiosidad).
- El / Ella: Es rojillo.
- Nosotros: ¿Pero que es?, ¿es una fruta?
- El / Ella: Es rojillo.
- Nosotros: Ya, pero, ¿es dulce?, ¿es amargo?
- El / Ella: Es rojillo.

Obviamente se acabó la conversación, y nos quedamos con la duda si se trata de una especie de “Súper Huevo Kinder”, algo nuevo, una sorpresa, un refresco, una fruta, algo dulce, algo amargo, … Solo decir que para los nostálgicos aquí bebemos “Mirinda”, um, ¡que rica!

Tienen problemas para definir y describir las cosas (y mira quien lo iba a decir!). Las ciudades son absolutamente cuadradas, son coloniales, son como un tablero de ajedrez, pues mirar lo que ocurre:

- Nosotros: Hola, ¿Sabe donde esta la oficina de turismo?
- El / Ella: … si, me parece que 3 cuadras (manzanas) para allá y 4 para el otro lado (señalando con la mano).
- Nosotros: Bien, entonces 3 cuadras para la derecha y 4 para la izquierda (esta pregunta la hacemos porque su orientación con la mano es demasiado ambigua).
- El / Ella: No, 3 cuadras para allá y 4 para el otro lado.
- Nosotros: Ah!, ¿entonces 3 cuadras para la izquierda y 4 para la derecha? (que listos somos, por eliminación).
- El / Ella: No, 3 cuadras para allá y 4 para el otro lado.
- Nosotros: Ah!!!¿?¿?¿?¿?

Vamos que no da con ello ni “Al filo de lo imposible”. Ah!, deciros también que existe una nueva dimensión dentro del tiempo: “los 20 minutos”. Que es como una especie de agujero negro en el tiempo, que pueden ser 5 minutos, 20 minutos o una hora, ¿quien sabe?.

Solo mencionar que lo relatado anteriormente es atribuible a todos los países de Centroamérica que hemos visitado hasta el momento.


Quizá peque de atrevimiento en mi manera de narrar brevemente la historia de estas tierras. Sé que entre nuestros lectores se encuentra gente muy culta que podría rebatirme mis ligeras interpretaciones, pero aún así, insistiré con mi osadía en el intento de poner en situación histórica el panorama que nos vamos encontrando, pues gran parte es consecuencia del pasado.

Mientras los españoles concentraban todas sus fuerzas e intereses en adentrarse hacia el Pacifico (no sé para qué), las desatendidas costas caribeñas fueron pobladas por los ingleses para no variar. El poder de crear ciudades y organizar territorios que tuvo España fue aplastador y a un ritmo impensable (único en la historia). Pero precisamente en Honduras no se prodigó mucho y no estuvo muy acertado. Cuando España les dio la independencia quedo en una situación confusa, no tenía actividades económicas claramente marcadas, rutas de comercio establecidas, puertos y ciudades importantes definidos. Todo esto, junto al oportunismo de algunos llevó a que Honduras se convirtiera en la república bananera por excelencia. El 75% de las plataneras estaban en manos de compañías americanas y como no, hacían y deshacían a su antojo y solo en beneficio de sus intereses. Mientras Honduras vivía obcecado, no veía mas allá de las falsas promesas de futuras inversiones en el país. Le prometieron un tren que uniría el Caribe con el Pacífico, pero nunca llegó mas allá de las plantaciones bananeras americanas y de los intereses privados. Se obsesionaron también con la construcción de un canal y más de lo mismo, en los últimos tiempos llegaron a encontrar capital soviético para su financiación, pero demasiado tarde, se adelantaron los americanos con Panamá.

Más tarde, durante los años 80, Estados Unidos tomo Honduras como centro político y de operaciones estratégicas en la zona. Ronald Reagan llevaba a cabo una guerra secreta para desestabilizar a Nicaragua y financiaba a la Contra (guardia nacional de Somoza derrotada por los Sandinistas en Nicaragua) en territorio hondureño. También financió y entrenó al ejército salvadoreño en los campos de refugiados en el interior de Honduras.

Todo esto ha llevado a que, para nosotros, a Honduras le falta algo, ha ido un paso por detrás de sus vecinos y siempre a merced de los intereses de fuera. Muestra de ello es que, hoy por hoy, ofrece una ley de inversiones por la que se puede repatriar el capital sin control. Ofrece uno de los mejores puertos centroamericanos, exención de impuestos, alquileres baratos, electricidad barata,… No os podéis hacer a la idea de la de cantidades de franquicias de multinacionales de comida rápida que hay en este país (hasta existe el Wendy´s, que yo pensé que había desaparecido). Estas no pagan impuestos. Pues arguyen que crean puestos de trabajo (precarios) y atraen turismo (que tontería) y no contribuyen a llenar las arcas del estado, produciendo una insolidaria repatriación de capitales.

En fin…, ha pasado el tiempo y lo han utilizado, tienen poco que ofrecer pues ya lo ha dado todo,… y nosotros lo notamos.




Entramos a Honduras por la costa caribeña que, según dicen, ofrece buenas playas, pero el paso de uno de los últimos huracanes las ha dejado sucias y deterioradas. El viaje en autobús es más relajado, conducen más lento y esto se agradece, tanto por la seguridad como por la tranquilidad para poder ver los paisajes, en este caso poblado de bananeras. Llegamos a Puerto Cortes donde hicimos noche, la primera impresión de Honduras nos gustó, una ciudad no tan fea (no quiero decir bonita), mucho movimiento (es un puerto importante) y todo dentro de una aparente tranquilidad. Durante la noche fuimos espectadores de primera de un incendio, desde la azotea de nuestro hotel pudimos ver como se quemaba el mercado de al lado, que llamas!!.


Al día siguiente nos desplazamos hacia el interior, hacia San Pedro, un pueblo importante (no nos gustó) y de ahí en otro autobús otra vez hacia la costa, hacia Tela, donde nos quedamos unos días. Tela es un pueblo tranquilo, con buenas playas, sobre todo en sus alrededores (pobladas de comunidades garifunas), ofrece naturaleza y algunas actividades en ella. Como nos encontramos a gusto nos



quedamos unos días disfrutando de su tranquilidad, sus playas y su gastronomía. Aquí descubrimos las Baleadas (típico Hondureño), que son tortas de harina de trigo (en vez de maíz) enrolladas, que contienen puré de fríjol, queso y lo que quieras, huevo, aguacate, res, pollo,… que ricas, siempre desayunábamos un par de ellas.



De ahí nos fuimos a la Ceiba con intención de coger el ferry a Utila (la isla mas pequeña de las de la Bahía, la menos explotada turísticamente). La gente habla maravillas de la Ceiba, pero creo que en otro sentido distinto al que nosotros buscábamos (noche y discoteca) y por ello no nos detuvimos mas que lo justo para coger el ferry, una noche.






Al llegar a Utila nos abordaron gente de todos los países y en todos los idiomas ofreciendo paquetes de alojamiento y buceo. En ese momento descubrimos lo que sospechábamos, que ese pueblo ofrecía poco más que eso, que no es poco para quien lo vaya buscando, pues es la segunda barrera de coral mas grande del mundo y seguramente (fijo) el lugar mas barato del mundo para sacarse la licencia de buceo o bucear (no por ello menos profesional). Utila junta gente de todas las partes del mundo con la pasión común del buceo (había unos cuantos españoles que eran unos clásicos). Nos hospedamos en el mejor hotel de la isla (paquete de buceo + hotel) que era de un gaditano, las partes comunes estaban bastante bien, era el único hotel de la isla que tenía

piscina, ahora la habitación (que incluía el paquete) era normalita, el último día nos dimos cuenta que la compartíamos con una prima hermana de una tarántula. La escuela de buceo muy profesional (bajo el agua), pasábamos allí muchas horas, estudiando y preparando el equipo y al final el ambiente nos acabó cansando y decepcionando. Tanto los monitores de la escuela como los turistas parecían quinceañeros salidos de la típica película castañón de A3 de después de comer, donde a la más popular de la promoción le gustaba un monitor y a este todas y claro, este se aprovechaba. Resultaba patético a veces estar en la escuela, fiesta, música, desfiles,… pero bueno, el fin compensaba con creces el mal trago. Con nosotros se sacaron el carné una danesa (que llevaba con su pareja un año viajando) y un canadiense, en total 4 personas para un mínimo de 3 buceadores profesionales en las inmersiones con nosotros (muy serios). Frank nuestro instructor jefe era un guatemalteco de origen cubano, un mestizaje raro que daba como resultado una especie de niño de papa buscavidas con mucha labia y poca formalidad, pero que bajo el agua se transformaba en todo profesionalidad (y se agradecía que no pudiera abrir la boca). Trump, uno de sus becarios, era un japo muy formal, serio, aplicado y eficiente, vamos el tipo de personas que todo el mundo quiere para su empresa (tenía mucha paciencia conmigo, pues tardaba mucho en descompensar los oídos). Udie, otro becario, era como Priscila la reina de los mares, un israelita muy mono y hippie que buceaba con un pañuelo, parecía que en cualquier momento iba a desprenderse de equipo y ropa para irse a surcar los mares en pelotas cual delfín.


Los peces son realmente curiosos. Coges el mejor día de paseo por el campo que hayas tenido disfrutando de la naturaleza, lo multiplicas por mil y aún te quedas corto de lo que te puede asombrar solo 5 minutos buceando en un arrecife de coral (¿te suena Chema?, perdonarme los demás por la exageración). La cantidad de vida variada y desconocida, las plantas, los corales, la arena, la historia hundida e intacta,… es impresionante. Resulta imposible atender todo lo que se pone delante de tus ojos. Te quedas observando una planta con forma de tinaja (como las de Chichón en tamaño) que es tomada como vivienda por un pez pequeñísimo en tamaño, pero no en presencia, cuando te sorprende la visita de otro pez de colores vivos e intensos y a ese lo interrumpe la presencia de otro de mayor tamaño, luego lo interrumpe la visita de otro feo, luego viene otro pintoresco, luego el primo, el vagabundo,… que cotillas son. Buceando en cierto modo te sientes alguien importante por la de visitas y atenciones que tienes. El tiempo bajo el agua vuela pues cada cosa requiere el suyo y cuando te quieres dar cuenta te has bebido todo el aire y tienes que salir a la superficie.


Un día buceando cambio la cosa, la visibilidad se volvió tenue, los peces pequeños parece que se fueron a dormir, aparecieron langostas y pulpos. Como estas abajo, en otro mundo claramente diferenciado, supones que pasa algo en la superficie pero no lo sabes, en cierto modo estas aislado. Al salir a la superficie te encuentras con que el tiempo ha cambiado, que hay tormenta. Que más le dará a los peces si ya están mojados.

Nos cuesta varios días salir de Utila porque el mal tiempo no permitió salir al ferry (estos no saben lo que es la costa de la muerte). Llegamos a La Ceiba sin saber muy bien donde ir pues nos habían desaconsejado adentrarnos por carreteras de tierra y poco transitadas hacia el interior debido al mal estado de ellas por la lluvia. Rápidamente pasamos al plan “B”, improvisar. Cogemos un bus a San Pedro, allí un minibús urbano para cambiar de Terminal, luego un bus a la Guamma y de ahí un rapidillo a Peña Blanca. No preguntéis por que, nos llevo el destino.

Peña Blanca es un pueblo pequeño y tranquilo de interior cerca del lago Yojoa, donde la mayoría de los lugareños se dedica a cultivar café en sus pequeñas fincas familiares. Nos hospedamos en el único hostal del pueblo y tomamos una estancia de varios días relajado (el buceo ha sido intenso). Aquí aprovechamos para escribir algo, pasear, probar cervezas caseras, carnes a la brasa, jugos riquísimos, alguna fruta nueva y charlas con los lugareños y cipotes (es como llaman a los chavales en Honduras).


Aunque no os lo creáis a las 5:00 a. m. ya estamos con las mochilas en la espalda hablando con los más madrugadores esperando el autobús a Tegucigalpa (Tegus para los lugareños). Tuvimos una entrada triunfal en Tegus, pues después de un viaje largísimo e infernal mi vejiga no me permitió llegar a la estación de autobuses y más cuando vimos el atasco que estábamos metidos. Salimos del bus casi en marcha y resultó que estábamos en medio de la nada, no había más que un taller al que por la cara que debíamos llevar no me hizo falta darle muchas explicaciones. Hice pipi, luego pupu y otra vez pipi y aún y todo recordándolo no me quedé a gusto. Imaginaros como llegué, ahora a Ana preguntarle si queréis, pero yo creo que tres cuartos de lo mismo. Ya una vez liberados, la estancia en Tegus fue un poco cultural, que si iglesia por aquí, cerveza por allá, museo por aquí, almuerzo por allá. Como la cosa no daba para mucho más, emprendimos viaje para tierras nicas.


Hay un mestizaje muy grande (no por ello son especialmente guapos), no hay tanto indio y si mas blancos, de tez pálida (algunos parecen verdaderos británicos). La gente es más alta. Por lo general aparentan ser simples y sencillos, como las conversaciones que ofrecen. Son muy creyentes. La comida es muy rica. Cambia la torta de maíz por la de harina de trigo, cosa que preferimos (demasiado maíz). Descubrimos las baleadas (cuanto le gustaron a Ana) y alguna fruta nueva, comimos realmente bien a la brasa y desayunábamos unos licuados muy nutritivos. Aparentemente es un país tranquilo y seguro aunque se siguen viendo muchas armas en la calle. No es turístico, exclusivamente tiene las ruinas mayas de Copan (que no estuvimos), que las explota prácticamente Guatemala por su cercanía a la frontera, y las islas de la Bahía, la isla de Roatan que es un gran Resort. Hay mucho pick-up de lujo y menos motos. Los autobuses viajan más lentos y el ayudante es más tranquilo, se agradece. Cada vez que el autobús para, entra todo tipo de gente vendiendo refrescos, golosinas y antojitos. Hay demasiadas franquicias de comida rápida en las ciudades. Se nota claramente que honduras está a la cola de Centroamérica.

Ana y Oscar.

Un abrazo desde Granada, Nicaragua.